La compañera de cuarto de Nika le pone crema para rematar su tarta
La compañera de cuarto de Nika consumía constantemente sus ingredientes para hornear. Ella necesitaba crema para su pastel, pero él se la comió toda. Era hora de que él asumiera la responsabilidad y ella decidió confrontarlo. Nika incluso intentó obligarlo a ir a la tienda a comprar más, pero él se negó. Al principio no supo cómo convencerlo, pero rápidamente se le ocurrió un plan. Nika tenía el mejor par de tetas y un culo perfecto y saltarín que podía hacer que cualquiera se sometiera a su voluntad. La adolescente tetona se quitó la blusa y hizo alarde de sus pechos en su cara. ¡La chica tenía las tetas naturales grandes más increíbles que jamás había visto! ¡Qué tetas tan deliciosas! Entonces decidió darle su propia crema. Se quitó las bragas y se sentó en el sofá. El negro rápidamente se quitó los pantalones y saltó su enorme polla. Nika quedó sorprendida por su tamaño y con entusiasmo puso su boca alrededor de la cabeza. Después de probar su líquido preseminal, se deslizó hacia abajo hasta que él golpeó el fondo de su garganta. El semental negro tenía muchas ganas de follarle la boca y ella lo dejó encantado. Con una cabeza tan buena como la de ella, con gusto haría cualquier cosa que ella le pidiera en el futuro. Nika lo puso tan duro como una roca y decidió que era hora de follársela. Se sentó en el pequeño cojín y Nika se sentó a horcajadas sobre sus muslos. Su coño goteante se deslizó sobre su dolorida erección, y no quería que el tiempo empezara a rebotar arriba y abajo. Su rostro estaba apartado de él, pero la vista de sus nalgas meneándose lo compensó.
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Dejó que la chica desnuda tomara el control por un rato antes de darle la vuelta y agarrarle el culo con fuerza. Sus tetas ahora estaban en su cara y disfrutó cómo golpeaban su boca. Sus grandes tetas golpeaban su cara. Nika continuó golpeándose contra su dura polla y él la ayudó a salir desde abajo. Después de un tiempo, decidió ver mejor su jugoso culo y ponerla a lo perrito. La nena arqueó la espalda y su longitud rozó su punto G con cada embestida. No había tiempo para ser amable y su ritmo era rápido y furioso. Ella gimió de placer al sentir que se acercaba su orgasmo. Se olvidaron del pastel y la nata y se perdieron en su dura sesión de sexo. Él la acercó a su pecho y, en su posición erguida, pudo sentir todo él deslizándose perfectamente. Sus manos ásperas agarraron sus tetas y pellizcaron sus pezones, haciéndola gemir deliciosamente. El semental caliente también se sintió a punto de correrse, pero tuvo que ponerla en una posición más. Dejó a la zorra tetona en el cojín y abrió las piernas en el aire. Su rostro estaba contorsionado por el placer, y eso era todo lo que necesitaba ver antes de ir aún más rápido. Ella se corrió con un grito y él la siguió después de unas cuantas embestidas más. Al final le dio un poco de crema, fuera la adecuada o no.