Follando con una ardiente rubia tetona en la cancha de baloncesto
Llevé a la mayoría de mis perros a la cancha para que pudieran verme jugar baloncesto con los niños. En algún momento de esta vez mi niña mostró sus pezones perforados cuando estábamos tomando un descanso. La perra me excitó al instante, pero quería más. Sacó sus jugosas tetas y me dejó jugar con ellas. Ella me dijo que le diera mi polla, se arrodilló y empezó a chupar mi enorme virilidad. Otro perro salió de la nada y nos interrumpió, y el imbécil quería saber dónde estaba el baño. De todos modos ella dejó de chuparme y seguí jugando con los niños. Otro descanso y ella vino por más. Esta vez me mostró su culo redondo y también se frotó el trasero. A ella no le importaba si alguien la veía, y eso me puso aún más cachondo que antes. Estaba a punto de ocurrir otra fiesta de succión. Después de chuparme casi en medio del campo, nos fuimos directos a la casa, donde comencé a follármela por detrás en la cocina. Me deslicé fácilmente por su túnel de amor porque antes estaba mojado porque tenía una manguera de agua ahí abajo. Agarré sus senos con ambas manos y los masajeé. Eran regordetes y muy suaves. “Mmmm, así de simple. Oh”, gimió. Mis embestidas llevaron mi polla a su útero. Nos mudamos a la sala de estar y otras personas comenzaron a aparecer dentro de la casa mientras ella me montaba al estilo vaquera. Estaba jugando con sus tetas frente a mi cara y esos pezones perforados estaban aún más jugosos que antes. Después de un tiempo de disciplina de salto de carne que ella dominaba, nos mudamos al dormitorio y tomé toda su ropa para poder disfrutar de la desnudez femenina total. Ella era tan hermosa y continuó saltando sobre mi gran polla. «¡Quiero que llenes mi coño con tu semen!» ella exclamó. Con un último empujón, la lleno con mi semen. La rubia caliente gritó como un alma en pena mientras le daba mi crema.