Tuve sexo con la niña más pequeña y ella era como una máquina de orgasmos perpetuos.
La conocí hace poco. Allie era la niña más pequeña; una adolescente baja y delgada cuyo pecho apenas era lo suficientemente grande como para necesitar un sostén, pero era absolutamente adorable. ¡Pero lo más importante es que estos adolescentes tienen un deseo sexual insaciable! Allie tenía un apetito insaciable por el sexo y siempre quiso probar el sexo de diferentes maneras y en diferentes lugares. Tuvimos sexo en el dormitorio. Tuvimos sexo en la ducha. E incluso tuvimos sexo en la cocina. ¡Por eso decidí comprar eso, un plug vibratorio con control remoto para su coño! Ella simplemente lo conecta y puedo controlar el nivel de vibraciones que recibe. Me encanta presionar el botón al azar y verla gemir y sentir las sensacionales vibraciones. Me pone muy cachondo verla volverse loca o tirarse al suelo sintiendo todas esas vibraciones fuertes en su coño. Fue el mejor regalo y desde entonces se ha convertido en nuestro juguete favorito. Simplemente presiono el botón y ella instantáneamente tiene un orgasmo. Ese día estábamos junto a la piscina y estuve provocándola durante bastante tiempo. Mi polla se estaba poniendo muy dura y ella tenía tantas ganas de que la follara. Entramos y ella sacó mi polla y comenzó a sacudirla con sus manitas, mientras yo le enviaba vibraciones positivas. Mi polla estaba de buen humor y quería devolverle el amor. Le quité el bikini y comencé a lamer y chupar su clítoris. El juguete era bueno, pero a ella le encantó cuando él la atacó.
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Mi lengua se ajustaba perfectamente a su coño y sabía qué le gustaba más. Y que él la lamiera la ponía aún más cachonda. Era hora de una penetración dura ya que estábamos ansiosos por follarnos el uno al otro. Coloqué mi polla dura dentro de su coño ansioso, pero ya mojado. Era muy pequeña y me encantaba golpearla fuerte y bruscamente. Me encantaba tratarla como a un juguete sexual y volverme totalmente loco con ella. Le pedí que se diera la vuelta y me dejara follarla a lo perrito. A los dos nos encantó esa pose. Mi polla gruesa entraba y salía de su apretado coño muy rápido, y mi pequeña gemía fuerte. Golpeé mis caderas hacia adelante y enterré mi polla lo más profundo que pude en su pequeño coño. Ambos nos sentimos bien y nos volvimos imparables. Ella se puso encima de mí, así que la estaba haciendo desde abajo. Nos estábamos poniendo duros. Su pequeño cuerpo fue sacudido violentamente por el placer más fuerte que jamás había conocido. Terminó y roció sus líquidos por toda la cama. Ella se corrió por tercera vez sobre su polla y todo su cuerpo tembló de orgasmo. Saqué mi polla y se la metí en la boca para terminar mi trabajo. Mis bolas pronto estuvieron vacías y su cara estaba cubierta de una crema blanca pegajosa. Me encantó cómo el juguete la convirtió en una puta después de solo presionar unas cuantas veces el botón mágico.